CINEMATOGRAFIA
La cinematografía, siempre ha estado relacionada muy directamente con la radio amplificación, desde que el cine se convirtió en sonoro ya que la amplificación de baja frecuencia, era como en los receptores de radio y también se estudiaba en Radio Maymo. Las máquinas de proyección, llevaban una celula fotoeléctrica para detectar la banda sonora y a traves de un potente amplificador, sonorizar la sala a través de unos grandes altavoces situados detrás de la pantalla. En los años 20 salieron las máquinas Pathe- Baby de 9,5 m/m, con perforaciones en el centro de la pelicula, después salió el 8 m/m el 16 m/m y el que mas aceptación tuvo para las salas de cine, el 35 m/m. Todas estas peliculas, llevaban a diferencia de las primeras, las perforaciones en un lateral de la película y la banda sonora en el otro. Las salas de cine, hacían unos bonitos carteles para anunciar las películas y unos folletos de mano, a todo color que hoy en dia hacen las delicias de los coleccionistas. Muchos de ellos, en el reverso ponía el nombre de la sala y además los horarios y las películas que se ivan a proyectar.
Placa de caracteristicas del primer amplificador OSSA que equipaba la primera máquina de la misma marca en el cine ALHAMBRA de La Garriga y que fué usado por mi padre uno de los primeros operadores de este mítico cine del pueblo.
REGULADOR DE TENSION MARIN
Este regulador de la primitíva máquina OSSA del cine Alhambra de La Garriga, se usaba para la regulación de la velocidad de la máquina y así poder ajustar el encuadre. Fué usado por mi padre Joan Terricabras.
Mi padre Juan Terricabras Pla, ya de muy joven, por los años 30, empezó con el tema de la proyección cinematográfica en el cine Alhambra de La Garriga, siendo enseñado por Antonio Boté y quedandose en su lugar, cuando este hombre se jubiló. A su vez, mi padre enseñó el oficio de Operador a un buen amigo suyo, Pepito Aribau, dejandole el puesto cuando fué movilizado por la guerra civil. Como entre un bando y otro estuvo siete años fuera de casa, aprovechó para hacer cine en Madrid y posteriormente en Villagarcia de Arosa, todo para conseguir algo de dinero que en su casa no podían enviarle, teniendo que ingeniarselas para poder salir del cuartel a la hora de la proyección, con los consiguientes problemas que esto conllevaba. Villagarcia de Arosa fué un lugar que le gustó tanto que no quería regresar a la Garriga al finalizar su segundo servicio militar. Cuando al final y presionado por su familia regresó a La Garriga, se hizo cargo del cine de La Ametlla del Valles, población muy cercana, lugar que recuerdo con mucho cariño y donde mi madre me llevaba cada domingo a ver a mi padre en la cabina de proyección, son cosas que tengo grabadas y que recuerdo con añoranza, el sonído de la máquina, la penumbra de la cabina y la luz y el calor que desprendian los carbones de la linterna de la máquina. Yo me quedaba embobado viendo como regulaba los carbones y así aumentaba la luz de la pantalla, como manipulaba el viejo amplificador de válvulas para ir regulando el sonido de una forma totalmente manual y como podía ser que pasara lo que la pelicula llevaba filmado, a la pantalla y se transformara en una cosa tan grande y que se viera tan bien. Mi padre nunca perdió la afición por el cine y continuó con un proyector casero de 8 m/m. con lo que hacía las delicias de sus nietos y de sus hijos. La história de mi padre me recuerda mucho a la entrañable pelicula Cinema Paradiso que he visto un montón de veces y que no me cansaré nunca de verla.
Con esta máquina Bolex Paillard de 8 m/m. en blanco y negro, sin sonído, mi padre les hacía cine a mis hijos cuando eran muy pequeños, películas que el había proyectado en 35 m/m de muy buenos artistas cómicos como Charlot y otros de su época , en los cines donde trabajó y que a mis hijos les encantaba. Es por este motivo sentimental que decidí el poder reparar este proyector, estropeado por el paso de los años y después de muchos esfuerzos y de buscar a las personas adecuadas para que me pudieran hacer las piezas que estaban deterioradas, logré hacerla funcionar de nuevo, fué un reto personal ya que nunca había desmontado ninguna pieza de estas, que son una maravilla de la mecanica de precisión suiza. El poder superar este reto me impulsó a restaurar y reparar diversas máquinas que había logrado reunir con el paso del tiempo y que tengo en funcionamiento.